Los antiguos griegos creían que el cuarzo rosa debía su distintivo color rosa a la sangre derramada por Afrodita al intentar salvar a su amado Adonis, tras ser atacado por el dios Ares. Otro mito griego cuenta que Cupido y Eros trajeron el cuarzo rosa a la humanidad para inspirar amor y deseo. Los egipcios, convencidos de que Isis conservaba su juventud y belleza divinas gracias al cristal, confeccionaron máscaras faciales con él, las cuales se han encontrado en sus tumbas antiguas. Las culturas tibetana y china también utilizaban el cristal rosa como símbolo de amor. Es, sin duda, la piedra del corazón.
Formados hace millones de años, los cristales de cuarzo se forman cuando el silicio y el oxígeno del magma fundido o de las aguas hidrotermales se comprimen bajo una presión geológica extrema. El cuarzo rosa es único porque solo se presenta en lo que se denomina forma masiva, lo que significa que no presenta las puntas ni las caras asociadas con la mayoría de los cristales. Su color rosa suave y jaspeado se debe a inclusiones de titanio, hierro, manganeso o rutilo.
El cuarzo rosa encarna la energía del amor en todas sus formas. Ayuda a atraer el amor y la intimidad, o a fortalecer los lazos ya existentes. Nutre, sana y reconforta con amor maternal e inspira el amor por la belleza y las artes. Cura heridas del corazón, tanto físicas como emocionales, propicia sueños felices, previene chismes en el trabajo y es un poderoso afrodisíaco.

