Muscovite

La moscovita posee una fascinante simetría en sus capas y formas. Como todos los minerales, está compuesta por un puñado de elementos. A nivel molecular, el aluminio, el potasio, el sílice y el oxígeno forman anillos hexagonales que se unen firmemente con el anillo adyacente, dando como resultado una lámina mineral resistente pero flexible. Las láminas se apilan unas sobre otras como las páginas de un libro y se comprimen por el peso de la tierra circundante. Sin embargo, las láminas aún pueden desprenderse y existir como formas separadas. Cuanto más delgada es la capa, más transparente es el material. Esta curiosa cualidad se ha aprovechado de diversas maneras. Se añaden pequeñas escamas de moscovita a la cerámica y la pintura para añadir un efecto brillante a las obras de arte. Las láminas más grandes se han utilizado como una alternativa ligera y económica al vidrio. De hecho, el nombre proviene del vidrio de Moscovia, un término que describe el material utilizado para fabricar cristales en la Rusia medieval.

Metafísicamente hablando, la moscovita es una piedra de posibilidades con el poder de moldear el futuro. Inspira a buscar soluciones a los problemas actuales, ofreciendo una ventana a las lecciones del pasado. Para quienes luchan cuando la vida no siempre es blanco o negro, la moscovita potencia la capacidad de ver diferentes perspectivas. Como todos los miembros de la familia de la mica, la moscovita estimula el pensamiento claro y ágil, y potencia la energía positiva.