Hace casi 500 millones de años, debajo de un mar poco profundo en un supercontinente llamado Pannotia, el agua ácida excavó porciones de lecho de roca sólida. Las temperaturas cálidas en las pequeñas cavidades crearon las condiciones ideales para que los elementos de silicio y oxígeno se unieran, formando cristales de cuarzo transparentes. Miles de milenios después, los trabajadores que extraían ese mismo lecho de roca, ahora ubicado en el condado de Herkimer, Nueva York, descubrieron los cristales y los denominaron “diamantes” por su claridad excepcional.
Los diamantes Herkimer emergen del suelo como si los antiguos artesanos ya hubieran pasado horas dándoles forma. Dieciocho facetas naturales captan y reflejan la luz con una intensidad similar a la de un diamante, seis forman un cuerpo central y seis en cada extremo que se estrechan hasta formar una punta.
Las puntas dobles hacen de los diamantes Herkimer los más poderosos de todos los cristales de cuarzo. Con un extremo como receptor y el otro como transmisor de energías espirituales, esta forma de cristal de roca es un amplificador natural. El brillo brillante de un diamante Herkimer es paralelo a su capacidad de aportar luz y claridad a cualquier situación. Como Piedra de la Sintonía, permite centrarse y desarrollar una mayor comprensión de las personas, los entornos y el propio ser interior. Un diamante Herkimer brillará en una fuente de luz natural y traerá una nueva conciencia a quienes estén en su presencia.

