Chrysocolla

La reina egipcia, Cleopatra, llevaba consigo crisocola, la piedra de la comunicación, en todos sus viajes para calmar y calmar a las personas violentas que encontraba en el camino. Una piedra poderosa para las mujeres y para las personas que deben usar su voz, este brillante mineral azul verdoso transporta la vibración de la tierra y las energías más puras del amor.

La crisocola se encuentra en vetas de cobre cerca de malaquita y azurita. Se forma como estalactitas o estalagmitas o en racimos parecidos a uvas. Suave y maleable, se ha utilizado para tallas y ornamentaciones desde la antigüedad.

El impresionante azul verdoso de la crisocola evoca pensamientos de los océanos y se cree que transmite las vibraciones pacíficas y relajantes del agua. También se la llama la piedra de la prosperidad y la astucia empresarial por su capacidad un tanto paradójica de estimular la mente y relajar las emociones al mismo tiempo. Los pueblos indígenas de América han utilizado durante mucho tiempo la crisocola como piedra curativa para calmar las emociones y como talismán para fortalecer la resistencia física. Durante la Edad Media se utilizó para curar dolencias estomacales y, en el Renacimiento, se convirtió en un pigmento popular para pintar. Músicos de todo el mundo han usado quirsocolla para acceder al sonido sagrado y los monjes conservaron la piedra para aliviar la ansiedad que conlleva estar solo.

La crisocola nos recuerda que debemos dejar de lado la ira ardiente y la ansiedad del estrés y, en cambio, nos ayuda a recurrir a nuestra sabiduría interior y a reconocer el poder de nuestras palabras para fomentar la compasión y fortalecer los vínculos emocionales.