El ágata brasileña se considera una de las mejores del mundo. Cuando la lava alcanza la superficie terrestre, burbujea al enfriarse, formando bolsas de aire. A lo largo de los siglos, el agua se filtra por las fracturas de la roca, depositando gel de sílice en las paredes de la cavidad, que se endurece formando bandas concéntricas. Los cambios en la composición mineral del agua crean diferentes capas y colores. Las ágatas también pueden crecer en rocas sedimentarias como la caliza, en madera petrificada e incluso se han encontrado en el interior de huesos de dinosaurios. Debido a su gran dureza y a su abundancia en la superficie, los seres humanos las han utilizado durante milenios como herramientas, joyas y objetos espirituales.
Las ágatas tienen una frecuencia vibratoria lenta, lo que las hace muy calmantes. Durante siglos se han utilizado para proteger a madres e hijos durante el embarazo y para limpiar y estabilizar el aura. El ágata brasileña, en particular, equilibra la energía física, intelectual, emocional y espiritual, aportando calma, fuerza, concentración, confianza y positividad.

