A lo largo de los siglos, los depósitos de mineral de cobre se desgastan, dejando minerales que pueden tomar la forma de azurita o malaquita. O, en algunos casos, una combinación de ambos. La azurita-malaquita, también conocida como azurmalaquita, se forma en entornos geoquímicos que alternan las condiciones necesarias para crear cada mineral de forma independiente. Es esta alternancia de condiciones la que crea las hermosas bandas de verde y azul en la malaquita azurita. No existen minas que produzcan específicamente malaquita azurita; en cambio, se encuentra a poca profundidad en las zonas oxidantes sobre otros depósitos, principalmente de cobre.
Durante largos períodos de tiempo, la azurita de color azul brillante sufre un cambio químico y evoluciona hacia la malaquita de color verde intenso, por lo que las dos quedan entrelazadas para siempre. Energéticamente, la azurita-malaquita encarna las propiedades de ambas piedras pero también aporta algunas propias. La azurita, la piedra del cielo, aporta información sobre todos los ámbitos de la vida y promueve la intuición. La malaquita fomenta la acción y el cambio. En asociación, mejoran las habilidades psíquicas, ayudan a encontrar su lugar en el universo y actúan como un puente entre el yo intuitivo y el intelectual.

