Aquamarine

Una mirada a esta luminosa piedra azul verdosa y su antigua conexión con los océanos es clara.

Los griegos y los romanos decían que procedía de los cofres del tesoro de las sirenas escondidas en las profundidades de su reino acuático. Los marineros y comerciantes grababan amuletos de aguamarina con el dios Poseidón para protegerlos mientras navegaban y brindarles el viaje más próspero. Calmante y refrescante como el agua, la aguamarina aporta tranquilidad y un estado relajado de conciencia, pero también ayuda a sondear con seguridad las profundidades de las emociones. Las enseñanzas cristianas lo asocian con el apóstol Santo Tomás, quien surcó los mares para predicar la salvación. Y la gente del desierto lo utilizó para invitar a la lluvia que trae vida.

La aguamarina también brinda amor puro y comprensión. Los romanos tallaron la figura de una rana en aguamarina para convertir a los enemigos en amigos. Los novios europeos lo regalaban por la mañana a sus novias tras la consumación de su matrimonio. Para los sumerios, egipcios y hebreos, era un símbolo de amor eterno. Y en la época medieval, las parejas casadas recurrían a la aguamarina para despertar el amor menguante.

Los curanderos llaman a la aguamarina la piedra de la eterna juventud y la felicidad y la usan para ayudar a las personas a atravesar la transición y el cambio. Su energía suave y fluida limpia el cuerpo emocional y brinda una comunicación clara y tranquila.